martes, 18 de diciembre de 2012

Un Martes Santo en Sevilla


Tras el desastre provocado por la lluvia en 2012, tenemos la obligación de exprimir al máximo un día en el que las hermandades deben hilar fino a la hora de cumplir con sus respectivos horarios. A muy temprana hora comienza la jornada en el Cerro, lógico por cuanto son muchos los kilómetros que los separan de la campana. Desde media mañana el barrio viste sus mejores galas y acoge al visitante como uno más, pero si prefiere la tarde, desde la salida de la Catedral hasta la Puerta Jerez debe quedarse como una idea a tener en cuenta. Los Javieres es una cofradía que cada vez se ve más acompañada por la tarde pero que sin duda guarda como un tesoro los últimos metros de su recorrido de regreso, desde San Juan de la Palma hasta su templo.

La tarde ofrece múltiples posibilidades que hacen complicado tomar una decisión: desde extasiarse con los Estudiantes a su paso por el Postigo y acompañarlos por el Arenal camino de la Plaza Nueva, admirar la salida de la Candelaria, yéndose hasta la Alfalfa y luego a la Plaza del Salvador. La calle Águilas es el lugar más cotizado de la jornada. Imposible pero inolvidable le resultara colocarse frente a la ojiva de San Esteban para presenciar una salida milagrosa. Si no quiere bulla, elija sin duda la Plaza del Salvador o apueste por la Cuesta del Bacalao, sitio también codiciado en la tarde del martes por cuanto ver subir los tres pasos de San Benito por allí es un tesoro que podrá guardar en su memoria así que pasen las semanas santas.
 Santa Cruz con la relativa tranquilidad de la media noche, en la Plaza de la Alianza debe ser un objetivo claro entre sus preferencias. Si se le hace tarde, vaya al Salvador, imagen insólita para los más jóvenes. No nos cansamos de ver también el regreso de la cofradía de la universidad por las murallas del Alcázar, Miguel de Mañana y Plaza de la Contratación o el celebérrimo paso de la Candelaria por los jardines de Murillo.
Y el Dulce Nombre… Cierto es que la entrada, cerca ya de las cuatro de la madrugada, tiene su aquel, pero queda reservado para los más incansables, así que si se encuentra en San Lorenzo cuando se abren las puertas de la parroquia, considérese un privilegiado. Si no es de éstos y no pudo presenciar la salida, váyase a la Plaza Nueva o más tarde a la Gavidia y podrá contemplarla con deleitación y cierta comodidad, apenas una hora antes de su recogida.

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